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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

el zen de Leonard Cohen

                                           

Leonard Cohen, es un poeta canadiense. Se valió de la lengua para pulirse, de las religiones, y de la vida. Se transformó en cantante y compositor de canciones y de músicas, valiéndose de guitarra criolla, sintetizadores y un pianito CASIO PT 30. 
Cohen, Con una voz de colectivero viejo murmura su canciones. Tildado de música antidepresiva, pero depresiva. Tiene ese antídoto, de cuando estas triste las canciones tristes son como un paracetamol. Famoso también como practicante del zen, pero nunca haciendo publicidad, ni agrandándose como si tuviera la verdad o la técnica secreta. Eso, puede resumir su obra. 
Escribió una novela. La cual comentó, que fueron los días más felices de su vida en Grecia, tomando anfetaminas, adelgazando, bebiendo y escribiendo, siendo muy pobre. La novela se llama "Beautiful losers" (hermosos perdedores), en un entrevista dijo: "para escribir una novela, tienes que quedarte en un solo lugar".

Yo lo conocí en su vejez, en su regreso. Se podría decir que Leonard Cohen, explotó en su vejez, en su última gira, su ex manager lo había estafado, y se dijo que tenía que volver a buscar "Unos ahorritos". Después de su grandioso discurso al recibir el premio príncipe de asturias. Se hicieron reediciones de sus libros de poemas, su novelas, discos, conciertos. 
Reconocimiento que llegó, eso es lo importante. Se lo ve muy feliz. Listo, como escribió en su última canción: "i am ready my lord". Un hombre que se tomaba sus  tiempos: "pienso en horacio, donde dice que uno debería sacar material cada 9 años".  Lindo consejo para el poeta apresurado que busca vaciar la alforja de las ideas, o ver qué hay de nuevo como Bugs Bunny. No consumir la llama. O más bien esperas a las musas, porque uno no sabe donde, sino iría más seguido de visita al lugar donde se forjan las canciones, los poemas. Me interesa ese gesto, ese perderse, ese no saber donde se anda uno con su alma. Como la huida al desierto del Martín Fierro. Hace poco conocí un filósofo Francés Kacim, recomendado por mi amigo Luciano, el filósofo producido, donde justifica sus ausencias, con un: "me encuentro rejuveneciendo"- 

Después del desierto viene el regreso, pero me interesa mucho los trabajos y los días en la soledad del héroe.
A mi me interesan esos años en el monte Baldy en california. Donde iba refugiarse. Donde trataba apagar el yo o de pulir sus palabras y seguir insistiendo con las canciones, con esa forma de trabajo, donde él decían que así las canciones ceden. 
Cohen dijo que uno no entra al zen por estar iluminado, sino porque está desesperado. Ese es el primer sentimiento para el buscador de alguna técnica que ayuda a frenar la depresión, al monstruo. 

"¿Qué qué sufría? depresión es una de las cosas pero es esa sensación de confusión, de desconcierto, una sensación de naufragio, de que la jodí mal con algo, muy mal"

Dice que solo se intenta apagar la mente, pero que nunca se logra. Chistea cuando dice que el secreto del zen: "es limpiar la casa". Por esas rutinas desde las 4 de la mañana, de baño, limpieza la casa, y meditación. Donde se duerme poco, entre 3 o 4 horas diarias, pero esa rutina severa, como la llama él, le dio fuerza, la fuerza de conectarse con su interior. 

"no hay nadie aquí que no esté hecho trizas, que no haya encontrado como lidiar con las cosas y que tienen que enfrentar en la vida cotidiana. Así que vienen aquí, no es para nada una situación de aislamiento. Es la vida normal, montaña abajo, a veces terminas tu día de trabajo, vuelves a casa, cierras la puerta, miras televisión, y estás muy solo. Aquí nunca estás solo. Hay muy poco espacio íntimo, muy poco tiempo para ti mismo. Hay un dicho zen "como piedras en una bolsa, van puliéndose entre sí". Nosotros hacemos eso todo el tiempo".

Algo interesante que menciona, es una división entre doctrina y persona. Dice que no es tanto por el zen. Sino por su maestro: Roshi. Dijo que si hubiera sido un físico alemán, hubiera aprendido alemán y estudiado física. Para pensar.
Cohen dice: "estoy renunciando ahora... mis intereses están en otro lugar, simplemente siento que quiere callarme". 

El zen, al que practicó por más de 12 años, a veces necesitaba de días, de meses, otras de años para recomponerse.  Se cree que se busca el zen para emancipar el espíritu...pero en realidad "iba camino a quebrarme". Ver el Zen como el freno de mano del auto, o los frenos. 


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