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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...


 El padre de mi abuela Chola jugó en talleres de remedios de escalada. Dicen que la rompía, un hombre clave para el ascenso en la B, según cuenta la memoria familiar. El padre de mi mamá, el nono Luís, también una vez me contó que se probó en lanús. Pero una madrugada dice que volvía de una joda, y el vecino de la esquina, qe también estaba haciendo la prueba estaba dando saltos en el balcón, entrenando su resistencia. Dicen que hablaron unas palabras. Y entendió que jamás podría hacer ese sacrificio. 

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