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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

LISANDRO ALONSO , TODOS LOS HOMBRES SOLOS.

 

Por @kekigonzalez

El cine de Alonso, es un cine de la quietud. De la calma. Paisajes que hablan más que sus personajes. Diálogo breves y casi nulos. No es Campanella con el comodín del llanto esperando la última mano para hacerte llorar. Es la vida misma, quieta y embolante. Una especie de documental sobre hombres silenciosos, que no emiten grandes reflexiones, sino que como máximo compran una remerita para su hija.
Hay una especie espiritualidad de hombres dolidos. Que no reclaman nada, que no lloran por sus destinos.

Desde “La Libertad” a “Liverpool”, Lisandro viene contando la vida de hombres solitarios. No sé si tristes también, pero sí de una infinita soledad. Sus personajes. Un hachero, un ex presidiario, un marinero, vidas que nada tienen que ver con los heroes.

No es Discovery Chanel con voces que cuentan todo como si uno fuera un pelotudo, no hay reflexión, sino que la contas vos mientras los hombres hacen su labor, viajan y come. Pequeña charlas, y nada más.
Su estética son  las letras rojas al finalizar o al iniciar las películas, me recuerdan a la fidelidad de Woody Allen, en esos detalles.
A Lisandro lo acusan de que su cine no se entiende, que no dice nada. Lisandro esta narrando con lo justo, sin necesidad de palabras, sino desde el silencio mismo, como quería Onetti: Sólo el silencio puede nombrar al silencio”  y Lisandro Alonso, también lo sabe.

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