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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

MI VIDA FASCISTA Y YO_Luciano García


Ediciones del Trinche, hace años que viene trabajando en secreto desde Rosario, capital de la nada, y sacando una inmensa cantidad de libros de poemas, ensayos, novelas y cuentos; editando autores de Córdoba, Rosario, Capital federal y Temperley. 

Este libro de Luciano Garcia, “Mi vida Fascita y Yo” es un largo soliloquio, sobre escribir. Sobre lo más difícil, que en realidad no es escribir, eso la puede hacer hasta un algoritmo, sino, que lo más difícil es entrar a la pomada ¿Existe ese jet set? ¿Qué es? ¿Un grupo de chetos recibidos que dicen que existe y qué no? ¿Jubiladas que sólo leen en oficial y las novedades que les regalan desde editoriales españolas que traducen como el “coño”? ; allá ellos. García  propone lo más difícil, buscar un estilo. Si Casas recomendaba copiar a los que te llegan al alma, García trabaja mejor, y no escribe para los like de Palermo Soho (¿existe ésto?). El trabajo de la escritura no es otro trabajo, que trabajar sobre uno mismo. Que cómo decía Dalmiro Saenz, es incomodo escribir sobre uno mismo, se le acalambra a uno la mano, así que es mejor hacerlo sobre una mesa.  Uno escribe porque hay que volver, con mejores argumentos, y más fuerte también, así te re-cago a trompadas. Así que ya sabe, mientras usted lea, con la otra mano use su mancuerna. Siempre hay que esperar una Revancha. Hay ese aire en todo el libro. Un olor a novela inconclusa como las de Macedonio Fernandez, que nadie nunca entendió. El autor, o esa voz, va comentando temas, como el hallazgo de internet: “ desde que puse internet en mi casa – escribe (o para el caso: piensa) no necesito saber nada. Se acabó el sistema del saber para mi. Una suerte. Me liberé del funesto peso de la memoria. Me basta con entrar a Explorar”, el mudar la biblioteca, una vida que se va comentando, mientras no pasa nada más que uno mismo. Si como dijo Barthes el texto ya fue escrito “Lo que yo tengo que hacer e inventar al autor de mi Obra”. Es un texto que pide ser literario: “tengo nostalgias del lector, no me condenen a escribir en Facebook por favor”. ¿Por qué se escribe? ¿Por qué sacrificar una vida a la lectura y a la escritura? El autor nos dice: Ser póstumo. Pero disfrutarlo en la vida :

“¿Querían que me quisieran? Qué absurdo. ¡si ya me querían ! No había que hacer nada para eso. O bien: otra cosa, claro. Cualquier otra cosa hubiera bastado: ser baterista pop, modelo de ropa interior, poner maxikioscos, estudiar diseño gráfico y jugar los domingos en la liga de Provincia, ir a la facultad de abogacía y publicar un par de libros en la editorial del pueblo corregidos en algún taller literario del momento, trabajar, hacer deportes, hablar de fútbol y perseguir mujeres”

Dalmiro Saenz decía que lo que hay que tener en el futuro, además de  obra, es un agente publicitario. Porque hay tantos, que la cosa está en cómo se entra al ágora. 

“Aprender a no escribir es la nueva disciplina en la que estoy, que se divide en dos ramas: aprender a publicar y aprender a no publicar.”

Hay que escribir, parece que nos dice García, para dejar de hacerlo. 








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