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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

POLOSECKI COMO EJERCICIO ESPIRITUAL




¿Qué sigue después de meter un hit? Primero: lo difícil es dar con él. Y después un hombre debe cambiar para seguir. Parece que ese fue el lema de Fabián Polosecki. Trabajo como periodista gráfico y luego saltó a la televisión y dejó unos de los mejores programas que hubo. El libro sobre la vida y obra de Polosecki cuenta que fue gracias al Ruso Sofovich, quien era el jefe de ATC, y hasta le dio el bautismo al programa, ya que tenía otro nombre. Se iba a llamar “el lado oscuro” y el Ruso dijo que no tiene nada de oscuro es otro lado, nada más. Luego de eso el programa vio la luz. Así que ojo con andar separando la paja del trigo tan rápido.  
El libro de Hugo montero y Nacho Portela , está muy bien escrito y recopila los años de Fabián desde la infancia hasta ser lo que fue y agrega algo que me pareció genial que son sus notas escritas en los medios gráficos.  ¿Se puede conocer la vida entera de un hombre? No, pero se puede hacer un intento. Uno interpreta lo que puede o lo que quiere.  Es imposible ver el todo. Para mi Polosecki es ya un modo de ser. Dejo una forma de hacer periodista. Dejo un gesto: la escucha. En un mundo donde parece que todos están obligados a decir. Donde nadie escucha a nadie y solo se espera el turno para decir lo que se quiere decir. 
Su obra son por lo que debe ser recordado:  "El otro lado" y "El visitante". Ambos programas que entraron el la televisión donde se escuchaba para contar historias.   Dejando que el entrevistado cuente, cosa que hoy parece imposible, con el predominio del ego del entrevistador.

ENSÉÑANOS A ESCUCHAR

Si existe un método en Polosecki, es haber hecho de la escucha un acto espiritual. Silencio y escuchar. Así es que entra Dios según el apóstol Pablo. En la escucha. Cuando se escucha se tiene la posibilidad de aprender algo. De sumar algo nuevo. Es por eso que Sócrates, esperaba y dejaba hablar a los demás. No hay que atolondrarse a querer decir todo. Que se buscan oídios o ojos como si se tratarán de zombies en busca de carne viva.  
Buscando personajes que representaran a todo ese gremio sin posibilidad de dar voz. Ese ejército de gente invisible: gente humilde, camioneros, pescadores, ladrones, policías, locos, asesinos, gigolos viejos, maquinistas, prostitutas, comerciantes, tacheros, futboleros y etcétera etcétera.
Los programas de Polosecki fueron como un error en la matrix, parecían películas. ¡Esas imágenes, esa música, esas tomas! El libro “Polo, el buscador” habla de sus compañeros de diario y tv, y cuentan que esos programas eran un gran trabajo en equipo. De buscar los temas, estudiarlos, discutirlos, hacer guiones, y luego pasar a filmarlos, para luego, como recomendaba Enrique Banch hacer con la poesía, podar los versos. Ser jardinero y cortar la mala yerba. Pablo de Santis, hoy un escritor consagrado, cuenta que de nueve horas de filmación salían destilados cinco minutos. Que Polo necesitaba ese tiempo para poder entrar en climax, en trances, y asi los entrevistados poder abrirse.  En el “canal de la ciudad” en youtube,  están algunos de sus mejores programas. El programa fue mutando, iba sintiendo esa búsqueda que sentía Polosecki. La otra anécdota que cuentan, es que después de esas jornadas, Polo quedaba molido. Debía irse solo a tomar ginebra por ahí. Para poder procesar, para poder hacer la digestión de tantas voces.

LA TRILOGÍA DEL ADIÓS

Saavedra, Villa Itatí y Tigre son sus tres últimos programas. Donde muestra su barrio, en el que vivía con un amigo y visitas fem, muestra a sus comerciantes que viven ahí secretamente, dando sus opiniones sobre las cosas. Vecinos que cuentan que le escapan al laburo, que son pensiones y jubilados y obtienen más que el que labura todo el día. “Yo obtengo una ganancia del 20  % sin hacer esfuerzo” , el otro gana el 80% pero labura los 365 días del año”.
En el programa de la Villa Itatí, muestra a familias de cartonero, como hacernpara conseguir el pan, y el deseo de que sus hijos no caigan en la mala, repitiendo el único mantra que se repite ahí, que sus hijos estudien y salgan de ahí. Vecinos que llegaron primero, y fueron viendo como se llenó de ladrones, y andan armados. Es como vivir en el lejano oeste.
Y capítulo de el tigre, ese río místico que queda cerca, que muchos lo toman como la India, donde se piensa que se hace viaje espiritual para transformarse. Ahí es donde Polo, luego de terminar el ciclo, hace su exilio. Donde deja crecer su barba, y va pensando su nuevo hit: “el aprendiz”. La idea del programa era mostrar oficios y las formas de enseñarlos. Una idea genial. Que quedó trunca.

UN FINAL PUNK

Polo  siempre fue un buscador. Nadie entiende el porqué de su decisión. Si fue por depresión, si el sitio donde él veía una cura en realidad acrecentó su dolor. Confiando en una especie de maestro, que aparece en su programa  sobre el Tigre. Que la familia lo acusa de haberle llenado la cabeza con ideas raras. Cuentan que cuando volvía a la ciudad, con la ropa llena de barro, se reunía con sus ex compañeros, y comentaba la idea de su nuevo programa y lo sentaba a su maestro a su lado y sus ex compañeros no entendían nada: “qué hace esté acá” .
En uno de esos días Polo fue hasta las vías del tren en Santos lugares, un lugar donde en el programa de los trenes, un maquinista cuenta lo difícil que era arrollar a una persona. Que es un ruido que queda para siempre en la vida. El maquinista contó de un lugar donde iba la gente a suicidarse, que luego decidieron cortar del programa para no dejar registro. 
¿Qué lo llevó a Polo a tomar esa decisión? nadie lo sabe. Sus amigos decían que no tenía una personalidad que diera esos indicios. El desempleo, la no oportunidades en el medio, el haberse alejado de todo y ya no poder volver,  o el haberse vaciado del todo. Es una lastima ese final. Pero es así. Lo que sí queda es su obra. Que ayudada por ese magnífico libro, y el documental, pueden salvar a Polosecki y hacer de él método para el periodismo y para la vida . Y tal vez comentarnos los precios de esa labor: ¿cómo seguir después de haber escuchado tanto?

pd: Reservar la noche que es cuando todo está en calma. Prepararse una pipa, o algo para entonarse o un mate. Y ver esos programas es un planazo de cuarentena. 


 

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