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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

Del Get Back al Get Bye

 The Beatles, de get back al get bye

(Acerca del documental de Peter Jackson sobre Los Beatles en canal Disney)

Donde hay una buena idea Disney va por ella para adueñarse y comenzar a cortar ticket. Sí, Disney, el dueño de todas las infancias a fuerza del bombardeo de películas y la venta de su tierra prometida, que luego fue a colonizar las adolescencias con las películas de superhéroes, la compra de Los Simpson, y ahora va por los mayores.

Y así es como fueron por Los Beatles. Buscaron a uno de los directores más caros y les tiraron una caja llena de VHS. Le dijeron “toma, armate algo”, y así nació el documental de Los Beatles de 9 horas, hecho con 200 horas de filmaciones donde intentan mostrar el proceso creativo de la última etapa del grupo. Se los ve a John, Paul, Ringo y George en la rutina de los compromisos, las pocas ganas de seguir siendo un Beatle, la sagrada hora del té, los momentos de lucidez de cada uno, y Yoko Ono como una carmelita descalza. Después sabremos que, como es una de las productoras, hay que borrarle el mote de destructora del grupo. Así que solo aparece en forma zen a un costado de los videos.

El documental parece un reality show que muestra el estudio donde grababan, que hoy sería visto como pobreza Wabi-sabi (esa pobreza de la imperfección que dicen los japoneses), aunque para la época seguro sería lo mejor de lo mejor. Hoy cualquier banda con papis platudos puede grabar con lo mejor de la tecnología, pero no sacan un tema bueno ni con ganas. Las imágenes traen a Los Beatles componiendo con sus guitarritas o un pianito que parece de juguete, todo muy minimalista. Las charlitas, las ropas que llevan, las comiditas y Yoko Ono, a la cual, como les comenté, le sacan el mote de china maldita para dejar sola a Kodama como la bruja oriental. Raro para su ego; pero bueno aparece ahí al costado del documental. Capaz era así, pero “la voz del pasillo”, que es la que llega a todos lados, la crucificó.

A Harrison lo muestran como el joven engreído que da el primer portazo a la banda. George representa esa lucha de estar entre dos soles, de intentar componer en el silencio y lo oscuro, haciendo lo imposible por meter alguna canción. Ringo y Paul parecen dos oficinistas que van al trabajo. Uno parece el mejor laburante; el otro cumple, ficha y toma café. Después Lennon va a los ensayos como esos tíos que vuelven de una vida en otro continente. Barbudo, con su nueva mujer oriental, como con la lucidez que dan los años y la experiencia.

El documental es buenísimo, tiene una calidad de imagen increíble. Apelan a la nostalgia con el don de ver a esos dioses del Olimpo moverse por horas, dando testimonio de sus existencias, como ese único video que apareció del Trinche Carlovich que nos hace gritar “¡existió, existió!”.

La trama muestra el preludio de cuando subieron a tocar a la azotea, lo que hubiera sido el mejor adiós de una banda si no fuera por una vieja rompebolas. ¡Que locura todo! Que estén tocando Los Beatles, encima su último recital, y siempre aparece un viejo de mierda que se cree el dueño de las cosas. El documental no trata tanto de cómo se hace una obra, sino de la discusión política de la música. Qué agregarle y qué sacarle a la obra y cómo aceptan los egos tales mimos o arañazos. Aunque pensándolo bien, el documental trata sobre la liberación de Los Beatles. Harrison, que grita primero para partir y arrancar su carrera solista. El dulce Ringo, que tiene compromisos como actor y otros curros y que como nadie muestra que debe ser un plomo estar cerca de gente tan egocéntrica y brillante. Este Ringo es el único que siempre entendió todo.

Paul parece ser el único serio y profesional, que parece que ya desde ahí va a ser el último Beatle. El Beatle final, como decía Leopoldo Marechal.

 

 

 

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