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j u b i l a t e y a

1 / Cuando uno sale a caminar es una ave fenix que pelotudea. Uno piensa que es inmortal y ve el mundo con otros ojos, el sol se guarda y quedan estelas naranjas, se dice: “porque no lo hago siempre” . Pero es solo una aventura como las que se tiene en verano. El plan “ponerse en forma” o mejor dicho en “mantenimiento” es descartado a la primera invitación de amigos.  Uno, que aún no tiene hijos, es como decimos con mis amigos, un vhs que se le enganchó la videocasetera. Somos como esos pandas que pelotudean en el zoo sin objeto. Vamos y venimos, como los perros también que juegan con una pelota y no existe nada más en el mundo que esa pelota. Pero en esos paseitos flaneurianos (para que vean que algo aprendí cuando curse letras) siempre veo esos cartelitos pegados en los postes de luz: “jubilate ya, con y sin aportes”.  Me dan esas ganas de jubilarme y me digo aunque me falten años de aportes. Pero empiezo a pensar…¿Cuándo se es viejo? Miguelito Houellebecq, escritor franchut...

_CONVERSACIONES de Gilles Deleuze


El Gilles Deleuze gusta mucho más a quien lo ignora. Es decir, es un autor o filósofo casi inentendible, menos leído, pero igual sí atrae. Hay autores que tienen una erótica, desde sus títulos, tapa de libros, o entrevistas. Dan con alguna palabra, con alguna idea que rebota en el curioso y ¡PAM!: ya es una venta segura. Primera lección: quién hace buenas entrevistas, esta vendido. 
Este libro “Conversaciones” son diálogos y textos, a lo largo de casi 20 años. Donde comenta que intentó hacer en sus libros raros. Da muchos ideas bonitos sobre el oficio de dar clases (el cual dice que dar clases en realidad es un laboratorio, una experiencia), o a veces  inventa una máquina de guerra fantasma para pelear al sistema. Deleuze es un viejo conocido, parece un anarquista nostálgico que se quedó en la puerta de su comercio a la espera de clientes y va charlando con los vecinos, hay algo de su fuerza que llega hasta los ojos del lector. Algo en su oralidad ofrece una idea de optimismo sobre este oficio ya viejo de ser filósofo o ser docente:  
 "la filosofía no puede librar batallas contra los poderes, pero mantiene, sin embargo, una guerra sin batalla, una guerra de guerrillas contra ellos. Por eso no puede hablar con los poderes, no tiene nada que decirles, nada que comunicar: únicamente mantiene conversaciones o negociaciones. Y, como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos".

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