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EL POST YOLISMO

  ¿Cuántas vueltas se le pueden dar a una obra? O sea, entre volver a verla, pensarla, rumiarla. Me gusta cuando uno re-ve, re-lee, vuelve a pasar por las calles donde estuvo todo. Volver a llorar, para saber si sigo siendo trolo o si me endurecí. La risa lo mismo. Pero hay algo en la liquidez de la risa —que es difícil volver siempre a reír con lo mismo—, creo que ahí hay un desgaste, y además algo que la hace única. En cambio, la tristeza es como una ciudad que quedó en el tiempo: seguís llorando siempre. Eso creo hoy. Ser una especie de antropólogo de la nostalgia es volver a pasar por las cosas artísticas que nos tocaron, o nos manotearon la fibra más sensible: el corazón, querido estudiante contable... Digo todo esto porque siempre me pasó con una obra que me parece maestra : Made in Lanús , de Nelly Fernández Tiscornia. Una autora que fue como una “cazafantasmas”, porque cazó un espíritu de época y pudo escribir una ficción con eso. Es una obra que releo, veo la película ...

_CONVERSACIONES de Gilles Deleuze


El Gilles Deleuze gusta mucho más a quien lo ignora. Es decir, es un autor o filósofo casi inentendible, menos leído, pero igual sí atrae. Hay autores que tienen una erótica, desde sus títulos, tapa de libros, o entrevistas. Dan con alguna palabra, con alguna idea que rebota en el curioso y ¡PAM!: ya es una venta segura. Primera lección: quién hace buenas entrevistas, esta vendido. 
Este libro “Conversaciones” son diálogos y textos, a lo largo de casi 20 años. Donde comenta que intentó hacer en sus libros raros. Da muchos ideas bonitos sobre el oficio de dar clases (el cual dice que dar clases en realidad es un laboratorio, una experiencia), o a veces  inventa una máquina de guerra fantasma para pelear al sistema. Deleuze es un viejo conocido, parece un anarquista nostálgico que se quedó en la puerta de su comercio a la espera de clientes y va charlando con los vecinos, hay algo de su fuerza que llega hasta los ojos del lector. Algo en su oralidad ofrece una idea de optimismo sobre este oficio ya viejo de ser filósofo o ser docente:  
 "la filosofía no puede librar batallas contra los poderes, pero mantiene, sin embargo, una guerra sin batalla, una guerra de guerrillas contra ellos. Por eso no puede hablar con los poderes, no tiene nada que decirles, nada que comunicar: únicamente mantiene conversaciones o negociaciones. Y, como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos".

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