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j u b i l a t e y a

1 / Cuando uno sale a caminar es una ave fenix que pelotudea. Uno piensa que es inmortal y ve el mundo con otros ojos, el sol se guarda y quedan estelas naranjas, se dice: “porque no lo hago siempre” . Pero es solo una aventura como las que se tiene en verano. El plan “ponerse en forma” o mejor dicho en “mantenimiento” es descartado a la primera invitación de amigos.  Uno, que aún no tiene hijos, es como decimos con mis amigos, un vhs que se le enganchó la videocasetera. Somos como esos pandas que pelotudean en el zoo sin objeto. Vamos y venimos, como los perros también que juegan con una pelota y no existe nada más en el mundo que esa pelota. Pero en esos paseitos flaneurianos (para que vean que algo aprendí cuando curse letras) siempre veo esos cartelitos pegados en los postes de luz: “jubilate ya, con y sin aportes”.  Me dan esas ganas de jubilarme y me digo aunque me falten años de aportes. Pero empiezo a pensar…¿Cuándo se es viejo? Miguelito Houellebecq, escritor franchut...

_Impresiones sobre “Teoría King Kong” en el Teatro Cervantes

La versión teatral de Maci (o debería decir, más bien, “performática”) del ensayo de Virginie Despentes sobre feminismo merece al menos unas breves reflexiones. La primera, que la impresión posfunción fue buena, pero que me hubiese gustado que en la página oficial del teatro se aclarara que lo que veríamos en escena sería una lectura del texto, no una obra teatral. No es un punto menor. Un total de dos horas y media de lectura sobre el escenario, distribuidas en tres noches diferentes. Sin contar que hay bastante texto repetido en las tres funciones. Todo eso en cuatro viajes a capital federal desde el conurba sur (incluyendo la función suspendida y reprogramada). No estoy segura de que haya sido una inversión justa. Aunque tuve excelente partener, que hizo que al menos la charla previa y la discusión posterior valieran la pena.
Sobre la puesta, nada demasiado esmerado. Tres actrices (una cada vez, eran monólogos) leyendo un texto con un audiovisual de fondo (con dos o tres imágenes en loop) cambiando de posición en el escenario unas tres o cuatro veces (en un sillón, en una silla, en un atril, en una mesa… y así). Pero, a su favor, poner el cuerpo al texto de Despentes es un acto que vale la pena. Por lo menos en el caso de Soledad Silveyra, que habló sobre prostitución y que hizo del texto una performance rica y adorable. Mercedes Morán… leyó. Pausada, correcta, muy bien. Y se puso un sombrerito. Eso. Andrea Bonelli corrió con la peor suerte, creo. Y merece un párrafo especial.
Bonelli leyó los pasajes sobre el porno. Un tema que se ve que sigue siendo áspero para el público del Cervantes, ya que, como en ninguna de las otras dos, la gente tosió y tosió. O todos se engriparon en febrero durante la semana, o… estaban tensos. Por otro lado, el lenguaje directo y ácido de Despentes no le quedaba muy bien a Bonelli, que se vio impostada, inverosímil. Pero le puso el cuerpo, más que Morán, no lo voy a negar: Se comió un caramelo y se chupó los dedos, y también lució espalda (o sea… espalda. El porno tiene mucha espalda, lo sabemos ¿) desnuda fente al público. Pero a los 20 minutos el público por fin fue liberado de su tensión porque… se cambió de tema: unos pasajes sobre feminismo y roles, algo general, lindo, que todes podemos escuchar, y ahí sí, eh, ahí sí, la gente le festejó las ironías con risas y aplausos, y todo fluyó feliz.
Fui sin conocer el texto, me ofrecieron leerlo antes pero quise dejarme sorprender. Creo que el abordaje fue interesante desde el gesto, pero no aporta nada como espectáculo teatral, porque, insisto, es una lectura. De todos modos, una lectura más interesante que hacerla solos en casa, o al menos distinta, y es una experiencia que está bien atravesar (no sé si tres días de 40 minutos, quizás con ir a una sola de las tres alcanza y sobra), aunque claro, no es el texto completo, es apenas un recorte temático, y algunos fragmentos más reconocidos y memorables. Si vas a buscar eso, está muy bien. Si no, sabor a poco.
Dije “gesto”, y desarrollo: que el Cervantes, un teatro oficial que suele poner obras más clásicas y que tiene un público más tradicional, elija programar en su escenario un texto sobre feminismo con un recorte que toca el tema del porno y la prostitución, me parece al menos un buen gesto. Pero temo que se haya quedado un poco en la superficie. Más que gesto, pose. “Somos muy abiertos, estamos atentos a la demanda social, he aquí un bastión del feminismo”. Cumplir. Mostrarse empático con el reclamo social, para la foto. Eso sentí. Y no me alcanza mucho. A mí, claro. Por ahí a otros sí, y está muy bien. Pero yo no siento que haya pasado nada artísticamente relevante allí, ni en escena, ni desde la propuesta de cada director, cuyas miradas personales estuvieron diluidas. O sea,  no se trata de una mirada crítica sobre el texto; es el texto, su lectura, en pedazos, no más. Pero está claro que prefiero una versión de Despentes no rupturista a que directamente no esté. En ese sentido, creo que es un buen gesto. Soy, en fondo, una optimista. Veo el vaso medio lleno siempre.
Sobre la charla posfunción, algunas apreciaciones que surgieron. A pesar de que Solita me gustó, la forma en que el texto de Despentes toca el tema de la prostitución me parece cuestionable. Siempre se habla desde algún lugar, claro está, pero cuando ese lugar se generaliza en la enunciación, es por lo menos, un poco peligroso. Plantear que la prostitución se elige como forma de empoderamiento (venganza contra todo lo que ha hecho el patriarcado sobre su cuerpo) no me convence. El fenómeno está lleno de matices y no me voy contenta a casa escuchando una generalización de ese tipo y un aplauso generalizado de la platea. Regulacionismo y abolicionismo son cuestiones ásperas aún, la realidad acerca de la prostitución es muy compleja y reducirla a “elijo hacer lo que quiero con mi cuerpo, me empodero”, me hace todos los ruidos del mundo. Romper con la posición de víctima social sí, pero generalizar eso para pensar el fenómeno, no me parece. Sobre el porno… sabor a poco. Muy poco. Ya lo expliqué. En la puesta, todos los lugares comunes (aunque el video de fondo me gustó), y el recorte del texto, bastante importante. Huelo el miedo aún. A la escena teatral le cuesta mucho el sexo y el prono todavía. A la gente parece que también. Quizás no estamos listos para pasar un nivel más allá de Muscari (esto me lo dijo un amigo, y creo que tiene razón). El tema tiene muchas aristas problemáticas y necesarias de abordar hoy, entre aperturas y discusiones. Pero… nada, el gesto.
Igual estuvo bien. El baño tenía papel y jabón. Y el programa de mano es bastante grande, aunque no diga casi nada, pero al menos sirve para abanicarse lindo y fuerte los días de calor que quedan de marzo.

Mariana

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