“¿Te has hartado alguna vez de todo?”
“Ya
verá como todo se arregla. Estoy pasando una mala racha. “
El nombre en inglés tiene música pero en
castellano se apoda “El guardián en el centeno”. Es un libro con más famita de
lo que es realidad es. Es un libro sobre la adolescencia. O esos años donde, se va y viene, sin saber por qué o qué hacer
con la vida. Vieron que hay como un mantra, que dice que existe cierta edad donde
hay que leer ciertos libros, sino es como guardar petardos mojados en el
placard.
Holden es el personaje principal, un niño
perdido que no sabe qué hacer y deambula. Visita amigos, va a bares, fuma,
visita profesores. Se pelea por una gorra. Un perdido. Busca por toda la ciudad
algo que evite su destino, o su suicidio. El niño que deambula buscando empatía.
“Eres
la única razón por la cual estoy aquí”, le dice a su hermana. Que quiere irse con él,
porque algo teme o intuye. Él le pide plata prestada y sigue. Hasta que llama y
molesta a un profesor. Y es con él,
donde tiene la charla más sincera y sin
pose. El señor Antolini, parece un
maestro Zen, no para de tirarle Hits:
“Lo que distingue a un hombre insensato de
otro sensato; es que el primero ansia
morir orgullosamente por un causa, mientras que el segundo aspira vivir humildemente
por ella”
Después, sigue. Lo espera, mientras Holden no
sabe bien que decir, que hacer, sino que son más bien actos mecánicos, actos
reflejos de su antigua vida, de su pose de rebeldito gratuito.
”Creo que un día
averiguaras lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello
inmediatamente. No podrás perder ni un solo minuto. Eso sería un lujo que no
podrás permitiré”.
Cuando parece que todo se soluciona. Porque tal
vez la vida sea adoptar uno sus profesores, que nos amiguen con la vida o la resignación.
Antolini le recomienda que no desespere, que siga estudiando: “la educación académica te proporciona algo
más. Si la sigues con constancia, al cabo de un tiempo comenzará a darte una
idea de la medida de tu inteligencia”.
Holden se acuesta. Tuvo un día terrible. Pero
siente una mano que lo acaricia en lo oscuro. Es el conocimiento.
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